Las distintas sociedades humanas han creado distintas estructuras de gobierno que traspasan el mundo local y rompen la proximidad y la razón de ser de éstos. Gobernar hoy en día es manipulación y buscar beneficio personal para quien lo hace y para los suyos.
Desde el anarquismo creemos que da igual quien se sitúe en la posición de gobernar, ya que la creación de una estructura con estas características crea situaciones de poder en las que los seres humanos toman decisiones sobre los demás, y con el tiempo les espacios de poderes pasan a ser espacios habituales y de confort en los que las decisiones tomadas pasan de ser sobre oa favor de un colectivo a ser una lucha personal.
Pone a cualquier persona, por buena que sea, por libre que pueda ser, por todo el anarquista que se crea, en una posición de poder sobre las demás, que con el tiempo, las decisiones que tomará serán sobre su punto de vista, sobre su perspectiva, sobre su realidad y experiencias vividas. El poder, como todas las cosas creadas por el ser humano, nunca es neutro. Tiene una componente personal intrínseca a la persona que la ejerce. Aunque sea pensando en el bien de todas las personas a las que se intenta representar.
Debe tenerse en cuenta que las estructuras de poder o de gobernanza son espacios donde ciertas personas se les otorga el derecho y la capacidad de decidir, no sólo sobre las demás, sino sobre cualquier aspecto relacional de la vida, cosa que no debería ser fácil de delegar. Pero la actual estructura social, y pasada, ha hecho que creemos que es la única forma de organización social posible.
El poder, con el tiempo, se convierte en dominación. La autoridad que fue concedida por una colectividad, pasa a ser demandada por quien ostenta ese poder, que automáticamente pasa a ser autoritario.
Entonces, bajo ese prisma, esa visión de la gobernanza, que queremos separar del concepto liderar, coordinar y encabezar un proyecto concreto, el poder no es que corrompa, sino que es un sistema de organización social que genera desigualdades. Es una forma de organización de la sociedad que ajena y genera estructuras insanas que no queremos.
Desde el anarquismo no creemos en los gobiernos. Nos creamos estructuras de toma de decisiones y de debate, porque las creemos necesarias, pero no creamos estructuras de gobierno. Podemos crear delegadas, espacios donde personas decidirán por otros, representantes, simplemente transmisoras de las decisiones tomadas. Pero siempre con carácter revocable inmediato, teniendo en cuenta la libre asociación y adhesión, y sobre todo, sin vocación de perpetuarse ni perpetuar el paternalismo de pensar lo bueno para los demás.
Si creamos estructuras de gobierno, nos gobernarán. No queremos ser gobernados ni gobernar a nadie. Creemos en la libertad colectiva y del individuo.
Fuente: Federación anarquista
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